martes, 4 de mayo de 2010

Momentos críticos por un motín en la cárcel ‘Castellón II’

15 funcionarios quedaron encerrados con los presos, estaban siendo agredidos, pero el grupo de rescate no intervino porque estaba formado por mujeres



La prisión ‘Castellón II’, en la localidad de Albocásser, vivió una situación crítica al producirse un motín en un módulo donde se encontraban los reclusos más peligrosos. Quince funcionarios se vieron rodeados y golpeados, había un grupo de refuerzo preparado para auxiliarles, pero se dio orden de que no intervinieran. Motivo: el equipo estaba integrado en su totalidad por mujeres funcionarias.

Lo ocurrido vuelve a plantear la cuestión de la integración de plantillas en las prisiones, de forma que varones y mujeres son destinados indistintamente en los establecimientos, sin tener en cuenta si en esos penales los reclusos son hombres o a mujeres. Recientemente, se han denunciado “conductas deleznables” en Alcalá Meco (Madrid I) por parte de funcionarios sobre reclusas de esa prisión.

‘Celda 211’

La situación que se vivió en ‘Castellón II’ fue muy similar a la representada en la película ‘Celda 211’. El relato de los hechos, a los que ha tenido acceso detallado El Confidencial Digital, es el siguiente:

-- Sábado. 3 de abril. Hora de la comida en el módulo 14, que acoge a los ‘primeros grados encubiertos’, es decir, los internos denominados ‘nocivos’: los que tienen largas condenas y son, a su vez, los más peligrosos. Hay en total unos 40 presos.

-- En ese momento, sobre las 13 horas, un funcionario da aviso de que en el comedor hay una pelea considerable. Los protagonistas son dos de los internos más ‘conocidos’ del centro: un musulmán y un gitano, apoyados respectivamente por otros reclusos.

-- Acude un grupo de unos quince funcionarios, aunque equipados, explican las fuentes consultadas, con escasos ‘medios coercitivos’: “Alguna defensa de goma y poco más; ningún escudo ni casco.”

-- Con los funcionarios intentando separar a los dos presos, el módulo queda ‘enclavado’, es decir, cerrado a ‘cal y canto’, por iniciativa del funcionario de consola, que es quien maneja los mandos de apertura y cierre. Cuando está ‘enclavado’, nadie puede entrar o salir del módulo.

-- En el interior continúa la pelea porque los funcionarios, entre los que se encuentra el jefe de servicios y el encargado del módulo, no consiguen separar a los internos involucrados en la misma.

-- Fuentes consultadas por ECD explican que el procedimiento habitual para este tipo de reyertas es el siguiente: desenclavar el modulo y permitir el acceso a más funcionarios, de refuerzo, para poder así sofocar la pelea. En esta ocasión no se hizo lo correcto.

Los presos la emprenden contra los funcionarios

-- Cuando los ánimos parecen calmarse, dos de los funcionarios reducen al preso de etnia gitana para llevarle a aislamiento. El preso se niega. Los funcionarios tienen que proceder por la fuerza.

-- El resto de los reclusos empiezan entonces increpar a los carceleros: “Chulos”, “No hay derecho”, “Esto es un abuso”, son algunas frases que profieren.

-- Tras unos minutos de gritos, los reclusos comienzan a golpear a los dos que se llevan reducido al gitano. Intervienen los demás funcionarios, todos ellos son atacados por lo que, en medio de los golpes, inician la retirada para llegar a un lugar más seguro. Algunos ven cómo sobre sus cabezas vuelan las bandejas de acero de la comida.

-- Poco a poco, sin embargo, consiguen con dificultad que se restablezca el orden.

-- Al final, cinco internos son trasladados a aislamiento, algunos mediante el uso de medios coercitivos.

-- El interno de etnia gitana es enviado, según las fuentes consultadas, a un centro sanitario, donde se le atiende por lesiones de diversa consideración. Se le diagnostica desprendimiento de cornea y se le aconseja que denuncie la agresión. Puede perder la visión de ese ojo. Instituciones Penitenciarias asegura, por su parte, que sólo se produjeron lesiones leves que fueron atendidas en la enfermería

Un grupo de apoyo de mujeres a quien nadie ordenó actuar

-- Mientras los quince funcionarios estaban encerrados y siendo objeto de las agresiones, en el rastrillo, a la entrada del módulo, se encontraba un grupo de apoyo presto para actuar. Estos carceleros ya sí poseían cascos, escudos, defensas de goma y algunos grilletes.

-- Sin embargo, no recibieron la orden de intervenir. El motivo, según las fuentes consultadas por ECD, fue que todos, unos doce, eran mujeres.

-- De haber entrado, habrían sumado veintisiete efectivos, es decir, algo más de la mitad de la cifra de internos, con lo que sus posibilidades de actuación habrían mejorado notablemente (además, no todos los presos del módulo participaban en la reyerta).

FUENTE: elconfidencialdigital

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